✅ Aquieto mi mente, respiro profundamente y recurro a la sabiduría de mi corazón. Mi respiración se desacelera y se profundiza. En la quietud, escucho. Al retornar a mis actividades diarias, me siento confiado en que la sabiduría del Dios que mora en mí me está guiando, alumbrando mi camino. Yo soy bendecido por caminar bajo esa luz.
TEXTO DEVOCIONALJesús se levantó y dio una orden al viento, y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Quédate quieto!” El viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo.—Marcos 4:39